Saturday, September 23, 2006

Equinoccio de otoño

El crepúsculo estival se llena de hojas vacías,
algunos conejitos de aire brotan de su pecho
y de su aliento escapan navíos de polen
que como copos de nieve
vuelan sin ningún rumbo preciso hacia el ocaso
por el gran astropuerto de la imaginación.

Del otro lado de la ventana,
mi vecina comienza a archivar flores y plantas
en su invernadero technicolor
acompañado por su esposo
quien la mira autumnalmente:
se hablan entre sí
en un lenguaje de estrellas que mis torpes oídos
no pueden procesar.

Por encima de nosotros,
una bandada de aves migratorias,
sin ninguna prisa, visa o pasaporte,
distinguiblemente cósmicas,
confirman lo que el calendario ha sentenciado:
la bella estación ha muerto, ¡Viva la estación gris!

Yo, haciendo una secante con mi vida austral,
imagino a la princesa primavera paseándose por los tejados
como una gatita traviesa que persigue al amor escurridizo
por los techos de septiembre.

Los grandes ciclos de los hemisferios, planetas, galaxias y universos
juegan en mi jardín
escribiendo un microrelato de ceniza regenadora,
mientras que el viento boreal
llega tocando una guitarra y un bandoleón en gran dueto
con el corcel rosillo del otoño
que silva una canción triste y rota:
es un viejo tango que a galope de sentimientos abandonados
pintan este corazón hecho arena
y que vencido busca abrigo en la hojarasca digital.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home

Locations of visitors to this page Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution 2.5 License.