Friday, August 11, 2006

Montreal 7 a.m.

Montreal.
Siete de la mañana.
Hora del veneno.

La ciudad moja sus ojos
en la sopa contaminada,
alimento de lo inmóvil,
toxina de lo orgánico y pensante.

Un taladro etéreo como la daga
que mato al rosal
cabalga los pulmones.

No hay nada más que hacer.
No hay nada más que discutir.

Sólo estas ganas rosas,
ganas rojas,
ganas retenidas,
ciegan a mis únicos centuriones.

Todo se ha oscurecido
en el templo de Ramananda,
y es triste y no lo es.
La indiferencia,
la contaminación parida por millones de personas,
duele en la piel de la mañana.

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